(Otra de las preguntas, que el profesor de la asignatura de Ética II, del Grado de Filosofía, nos ha mandado para elaborar de cara al examen.)
3. (i) ¿Qué ventajas obtienen las corporaciones
multinacionales si en la teoría de la responsabilidad social corporativa la
corporación es entendida como un ente colectivo?
Dos concepciones
predominan en el estudio de la responsabilidad corporativa:
- Entender a las corporaciones como un ente,
que, como tal, es responsable de sus actos ante la ley.
- La corporación no tiene capacidad de ser
motor de sus propios actos, por lo tanto la responsabilidad no puede recaer sobre la corporación, sino en los individuos concretos que la componen.
Para explicar esto mejor, el inicio de estas dos posibles conclusiones es lo que ocurrió en el que, desde entonces se conoce como "el año feliz de las corporaciones". 1886 supone una fecha de referencia para entender el poder de las corporaciones. Una declaración del juez presidente Morrison R. White considera a las corporaciones como “personas” amparadas por la Decimocuarta Enmienda, destinada a garantizar el derecho a la vida, la libertad y la propiedad, de manera igualitaria a todas las personas, ya sean blancas o negras, y pensada para la protección de los recién liberados esclavos afroamericanos. Como persona, las corporaciones han adquirido ciertos derechos, “puede comprar y vender propiedades, puede pedir créditos, puede poner demandas y ser demandada y puede realizar actividad comercial”. Se han esforzado por aumentar sus características antropomórficas, dotándolas además de personalidad, personalidad que han tratado de adornar y extender por la opinión pública: “joven, con energía” (Nike), “agresivo” (Microsoft), “joven, sociable, entusiasta” (McDonalds), “vestido impecable” (Monsanto), pero que, más bien, se podría comparar a la de un psicópata, así es como se nos presentan a la corporación, al analizarla como lo que legalmente es, una persona física, en el documental “The Corporation”. Lo cierto es que por considerarse a una empresa como una persona física, además de derechos, se tendría que hablar de responsabilidades y ahí cierto conflicto, pues cuando se habla de responsabilidad moral se suele distinguir entre:
Para explicar esto mejor, el inicio de estas dos posibles conclusiones es lo que ocurrió en el que, desde entonces se conoce como "el año feliz de las corporaciones". 1886 supone una fecha de referencia para entender el poder de las corporaciones. Una declaración del juez presidente Morrison R. White considera a las corporaciones como “personas” amparadas por la Decimocuarta Enmienda, destinada a garantizar el derecho a la vida, la libertad y la propiedad, de manera igualitaria a todas las personas, ya sean blancas o negras, y pensada para la protección de los recién liberados esclavos afroamericanos. Como persona, las corporaciones han adquirido ciertos derechos, “puede comprar y vender propiedades, puede pedir créditos, puede poner demandas y ser demandada y puede realizar actividad comercial”. Se han esforzado por aumentar sus características antropomórficas, dotándolas además de personalidad, personalidad que han tratado de adornar y extender por la opinión pública: “joven, con energía” (Nike), “agresivo” (Microsoft), “joven, sociable, entusiasta” (McDonalds), “vestido impecable” (Monsanto), pero que, más bien, se podría comparar a la de un psicópata, así es como se nos presentan a la corporación, al analizarla como lo que legalmente es, una persona física, en el documental “The Corporation”. Lo cierto es que por considerarse a una empresa como una persona física, además de derechos, se tendría que hablar de responsabilidades y ahí cierto conflicto, pues cuando se habla de responsabilidad moral se suele distinguir entre:
1.
Actus Reus: la responsabilidad recae sobre el
ejecutante de los actos. Un requisito sería, pues, el de poder actuar en el
mundo.
2.
Mens Rea: la deliberación de un acto, es
decir, que este haya sido premeditado bajo procesos cognitivos como el de
concebir o proyectar. Atiende a la diferencia entre actos voluntarios o
involuntarios.
Por tanto tenemos dos vertientes, aquella que
entiende que todo acto ya sea deliberado o no tiene responsabilidades y aquella
que dice que para tener responsabilidad moral hace falta deliberación, procesos
congnitivos etc… A priori, es difícil imaginar que una corporación tenga
deliberación propia y quizás para solucionar estos interrogantes sobre los
procesos cognitivos tendríamos que conocer mejor la filosofía de la mente. Pero,
quizás, para ver mejor el asunto debamos tener en cuenta que las corporaciones
tienen una forma de deliberación propia, una carta llamada EDIC, estructura de
decisión interna corporativa, que rige lo que la corporación puede o no hacer,
lo que persigue etc. Y esta carta debe ser asumida por sus empleados como si de
una personalidad se tratase. Por ahora parece que la única responsabilidad que
tiene la corporación es con sus accionistas…Y su responsabilidad es la de
conseguirles beneficios. Por otra parte, una cosa más sobre las consecuencias
de que una corporación sea una persona jurídica; Para algunas empresas hay
mecanismo de control según el mercado de cada país pero para corporaciones que tienen esta particular forma de entenderse la
cosa cambia, hay un trato distinto y beneficioso.
Según lo veo yo, si
consideramos que una corporación tiene responsabilidad moral la estamos dotando
aun más del antropomorfismo del que ya poseen gracias al logo. Entonces debemos
pensar que quien disfruta de esos privilegios son las personas, quien disfruta
del beneficio y quien especula con él no es una corporación sino los individuos
que trabajan en ella. Y pienso que si se entiende la corporación como un ente
colectivo, habrá gente que solo tenga que cambiar el nombre de la corporación
para seguir disfrutando y especulando como lo está haciendo. Para hablar claro, estaríamos hablando de poner rostro a individuos físicos de facto y no ha corporaciones catalogadas por la ley como individuos. Porque es cuanto menos, curioso, que un hombre y una corporación puedan ante la ley, tener los mismos derechos y deberes.
No es de extrañar que
en 1997 el señor Michael Eisner, presidente ejecutivo de Disney, se
sorprendiese ante la indignación de sus accionistas. Le pedían responsabilidad,
entre otras cosas, por pagar salarios de hambre a sus obreros. “¿Acaso no había
cumplido las normas, haciendo más ricos a los accionistas y a sí mismo? ¿No
habían crecido los beneficios en un saludable 16 % respecto al año anterior?” Hechos como este han llevado a las
corporaciones a establecer un nuevo puesto ejecutivo, el de responsabilidad
corporativa, encargado de atender manifestaciones, críticas en internet, y
cartas con quejas. Hechos como este parecen mostrar que las normas están
empezando a cambiar.
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