Echo de menos mi mar contigo en la playa,
una compañera, que no pudo escuchar más que a vendavales
las olas
y silencios apoyados
en su vientre…
Con un poniente,
que me ha llevado lejos ya de su vista
echo de menos a esas dos chiquillas, que, como cohetes pasan.
Ciertamente, no estaba preparada para ver, las corrientes de
nuestras miradas verdes.
Quizás al adelantarme el paso del viento,
volé tan arriba que el vértigo me echó por tierra y,
quedé profunda y oscura,
con más interrogantes que respuestas.
Como una mujer “que se añora y se quiere,
que se conoce y se teme”
La suerte que quedó es la más preciada,
el ser:
tantas fórmulas sin respuesta, tantas preguntas no formuladas…
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