La RAE dice:

La RAE dice:
Vaivén (De ir y venir).
1. m. Movimiento alternativo de un
cuerpo que después de recorrer una línea vuelve a describirla, caminando en
sentido contrario.
2. m. Variedad
inestable o inconstancia de las cosas en su duración o logro.
3. m. Encuentro o
riesgo que expone a perder lo que se intenta, o malograr lo que se
desea.
4. m. Mar. Cabo delgado, blanco o
alquitranado y de dos o tres cordones, que sirve para entrañar y forrar otros
más gruesos, dar ligadas y hacer ciertos tejidos.
5. m. ant. ariete
(‖ máquina militar).
6. Más todo lo demás (Su sentido poético)

martes, 26 de julio de 2011

La dama que no podía cerrar los ojos



La mecánica empieza a latir
 sobre serpenteantes caminos
el corazón pálido se deja fluir
fábulas y ungüentos.

    Ella no sabe a dónde va, ha salido de un escaparate, todavía en su cabeza medio colgando la peluca. Deja atrás el esperpento,  mundo corrosivo de sonrisas plastificadas y párpados que nunca se cierran. Un día le colocaron al lado de un espejo y la luz, que rebotó en el cristal durante días y días, hizo un pequeño agujero en su pecho, por ahí se coló un sueño, un pensamiento mundano de algún transeúnte que quiso que su amada fuese un maniquí,  pero como el sueño pasó primero por el espejo el deseo se invirtió.  Y ahora ella paseaba por las calles viva. Pero todos estaban dormidos y no la veían. A la luz de las farolas parecía una aparición tan blanca y esquelética. Como no sabía andar bien tropezó y un zapato voló de su hierático pie y con el ruido despertó a un mendigo, este al verla creyó que seguía dormido pero le pareció gracioso lo que, según él, su imaginación había dispuesto y le preguntó:
-          ¿Tú de qué tienda has salido? –
A lo que nuestra dama contesto con una voz un tanto artificial y monotónica:
-          De un rayo de luz –
-          ¿Y esa tienda que tiene? –
-          Sueños, creo. –
El mendigo soltó una sonora carcajada que retumbó en toda la avenida y dijo:
-          No me extraña,  a estas alturas ya se puede vender cualquier cosa. –
    Acto seguido se acurrucó entre las descoloridas mantas y ya no dijo nada más, suponemos que querría soñar otra cosa.
     La maniquí  se preguntó por qué nunca la habrían vestido así, ella que había estado en tantos escaparates y sin embargo este compañero suyo era en cierta medida parecido y en cierta medida diferente a ella. Le habría gustado continuar hablando pero decidió no molestarlo y siguió su camino.

        

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